lunes, 12 de junio de 2017

Frenos inconscientes del cambio

Muchas veces hemos querido cambiar algún rasgo de nuestra personalidad y hemos fallado en el intento. A veces no cambiamos porque simplemente no queremos perder inconscientemente, el beneficio que nos trae la conducta actual.

¿Cuántas veces se ha fallado a sí mismo en compromisos de cambio que hizo en año nuevo? ¿Cuántas veces le ha prometido a un ser querido que va a cambiar pero no hace nada al respecto? Posiblemente, la respuesta sea, muchas veces. Hay varios obstáculos que impiden el cambio, nuestros hábitos, nuestra formación, nuestras creencias, entre otros. Hoy quisiera concentrarme en un obstáculo inconsciente que termina impidiendo que mejoremos.
 
Imaginemos a una persona que quiere cambiar y ser más ordenado. Su esposa se queja de que su dormitorio es un desastre, le pide que elimine papeles, que ordene su mesa de noche. Pero el tiempo pasa y no hace nada. Si bien ser más ordenado es una mejora y un atributo positivo, la persona siente inconscientemente que ser más ordenado, implica perder su tiempo y su libertad. Todo cambio involucra alguna pérdida. 
 
Hay personas que son muy ansiosas, se preocupan demasiado, tienen mucho estrés. ¿Cuál es el beneficio inconsciente que no quieren perder? Quizás asumen que preocuparse implica ser responsable y no quieren dejar de serlo. Pero si la persona analiza con más detenimiento esta creencia, se dará cuenta que no tiene asidero en la realidad.
 
Otras personas que son muy negativas, todo el tiempo se concentran en lo que no funciona y son muy pesimistas. Pero cambiar a ser más positivo significaría tener algunas decepciones. No importa qué tan positivos seamos, a veces las cosas no salen como queremos. En cambio, cuando somos negativos, no nos decepcionamos porque no esperamos nada bueno. Cambiar a ser más positivo significa dejar de lado una sensación de predictibilidad. 
 
Otros son muy controladores, como jefes dan muy poco poder y les gusta ser los que deciden hasta el más mínimo detalle. Si quieren ser jefes que empoderen más, deben estar dispuestos a que existan errores, a tolerar que las personas se equivoquen o que ejerzan las funciones de una forma distinta a la nuestra.
 
También están aquellas personas que son muy racionales, que han bloqueado sus emociones. Cambiar para ellos significa perder su protección y exponerse a ser defraudados por terceros, significa ser vulnerables.


 
Reflexione sobre lo que quisiera cambiar como persona. Luego piense en cuál sería su pérdida. Evalúe en qué medida es una pérdida real o en qué medida está sobrestimando las consecuencias.


En una habitación poco iluminada por una vela, los objetos se pueden proyectar en la pared mucho más grandes de lo que son. Pero cuando prendemos las luces, vemos la realidad en su verdadera dimensión. Lo mismo ocurre en la mente con las pérdidas inconscientes. Sacarlas a la luz, tomar conciencia, las pone en su verdadera dimensión.
 
A un rey le regalaron dos águilas, una volaba lindo, pero la otra se mantenía en la rama de un árbol. El rey estaba desesperado por hacer volar su águila. Contrató a todos los expertos del reino pero ninguno pudo lograr que el águila despegue. El rey entonces dio una recompensa al ciudadano que pudiera resolver el problema. Un día vino una persona humilde del campo y le dijo que podría hacerla volar. Pasaron unos pocos minutos y el águila ya estaba volando en el cielo. El rey muy agradecido le dio la recompensa y le preguntó: ¿Cómo lo hizo? El campesino respondió: “Muy fácil, le corté la rama del árbol y no tuvo otra opción que volar”.

 
Así como el águila, para cambiar necesitamos salir de nuestra zona de confort.


Lo mejor es que nosotros mismos lo hagamos, antes que la vida nos corte la rama y tengamos que hacerlo. Tomar conciencia y digerir nuestra sensación de pérdida inconsciente nos impulsa a volar.


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